Lo primero de todo, antes de empezar a atizarle en todas las partes del cuerpo de forma compulsiva y sin medir la fuerza, empieza acariciando con la mano las nalgas de manera suave para conseguir que tu pareja se relaje e ir preparando la zona.
Del mismo modo, puedes usar los flecos del látigo para recorrer todo su cuerpo, de manera que produzcan una suave sensación y, cuando menos se lo espere puedes darle un golpe muy suave. Recuerda que no se trata solo de golpear a diestro y siniestro, sino de jugar y dar placer. Los flecos tienen un efecto suave sobre la piel. Y si quieres animarte a un poco más, elige un látigo de cuero con flecos trenzados. Puedes ir repitiendo esta acción varias veces para lograr así un ritmo placentero.
Ve alternando las caricias en zonas sensibles con pequeños golpes suaves. También puedes usar el mango para estimular los genitales y/o la zona del perineo; trata en la medida de lo posible de ir con cuidado e ir aumentando de menos a más.
Recuerda que esto es un juego de pareja y confianza, el látigo es un juguete sexual que puede causar mucho daño, así que mide bien la intensidad y frecuencia de los golpes. Los límites los ponéis vosotrxs.
Lo ideal sería acordar entre lxs dxs una palabra clave para así saber en qué momento has de detener el juego. De esta manera, podréis conseguir disfrutar los dos sin sobrepasar ningún límite
Una técnica muy placentera es alternar entre penetración, sexo oral y el uso del látigo.
El látigo sexual puede alternarse con otras prácticas como los collares de sumisión, los antifaces y un sinfín más de productos. Una vez que habéis elegido el indicado para vosotrxs, ya estaréis listxs para darle uso y disfrutar de sus beneficios.